El alfa y la omega de la
fundación. Es Alhama la primera Casa de la Congregación fundada
en Andalucía, doce años antes de la de Granada. El responsable de la
instalación Redentorista fue don José Toledo Muñoz -por tanto- el germen para
su posterior instalación en Granada. El cual, tras haber contactado con la
Orden en Madrid, orientó sus impulsos al alojo de los mismos en Alhama, para lo
que no escatimó esfuerzo alguno, ofreciendo a la naciente Comunidad, la casa
paterna, de los Toledo, El Castillo, reminiscencias de la antigua
alcazaba medieval, apoyo y financiación económica, así como la influencia de la
que el linaje disfrutaba en aquellos momentos, por su pertenencia a la élite económica,
política rectoral, social y cultural de la ciudad del último tercio del siglo
XIX. Fue el 24 de enero de 1867, cuando llegó a Alhama el Padre italiano Víctor
Loiódice como Superior de la Casa, instalado en Madrid desde 1863, acompañado
de tres religiosos más -José Chierici, Luis Palliola y Pedro López-. El visto
bueno del arzobispo de Granada, don Bienvenido Monzón y Martín Puente, añadido
a las circunstancias anteriormente, condujeron al Padre Superior General de la
Congregación, Nicolás Maurón, a tomar la decisión de fundar en Alhama una
residencia de Misioneros Redentoristas. Fue en El Castillo, la casa de
los Toledo, donde comienza -por tanto- la fundación, instalándose el convento.
Al mismo tiempo, les fue cedida en usufructo la iglesia del Carmen, destinada a
ayuda de parroquia desde la exclaustración de los Carmelitas Calzados. Al
parecer, el Ayuntamiento, emplazado, desde el momento de la Desamortización, en
el malogrado claustro manierista, les cedió su espacio, con el objeto de
devolverle el primer uso para el que se edificó, cuando revestía un estado de
ruina total, según el cronista de la congregación, lo que impedía al municipio
su recuperación: Un cúmulo de ruinas, no
sólo contrarias a la buena higiene, sí que altamente repugnante al ornato…, que
este municipio jamás podrá rehabilitar este edificio en debida forma para
cualquier objeto que quisiera dedicarlo, puesto que para ello era necesario una
suma que el presupuesto municipal de esta ciudad no puede resistir ni en
diversos años. Si bien, no nos consta que el Ayuntamiento ocupase sede distinta
en esos años, aunque sí será posteriormente, sometido a profundas reformas, en
1877.
Pronto,
la comunidad creció en número de religiosos, con dos italianos, Pasquali y Azevedo; un francés, el Padre
Jenger y Alvaro y Antonio de Hueto, de Cuenca y Chauchina, respectivamente.
La actividad misional de la Comunidad irradió en poblaciones próximas, como
Íllora, Montefrío o Almuñécar, pasando también a Adra y Dalías, en Almería.
La
misión de 1867. La fundación dio comienzo con una misión en Alhama el día 6
de enero de 1867, convocando al pueblo después de la oración de la tarde con
toque de campana. Salieron en procesión el clero de la parroquia y los
redentoristas del Carmen, hasta confluir, entregando el párroco al superior el
crucifijo y entonando el Benedictus,
hasta la parroquia. Señala el cronista que fueron los asistentes que la gente
quedo fuera, hecho que se repitió por tres días consecutivos; por ello, se tuvo
que pasar a la iglesia del Carmen, donde afluyó igual concurso de
participantes. La misión duro 11 días y finalizó el 17 de febrero de 1867. A
decir del cronista, fue tanta la concurrencia de gente que se anularon
completamente las actividades
carnavaleras por ausencia de participantes, lo que parece un poco exagerado
La labor de los frailes se centró en la
restauración del templo, en mal estado tras años de abandono, y en la reedificación
del claustro, también muy maltratado desde la exclaustración, los usos a los
que había sido destinado y la pobreza de los materiales constructivos, que responde
a una arquitectura de emergencia, desde su fundación. Al mismo fin, se
destinaron las aportaciones en metálico de don José Toledo, como la
colaboración de los vecinos de la ciudad, que aportaron animales de carga y
carruajes. Sin duda, el fervor fue alentado por los actos de culto que se
sucedían en la iglesia: Los cultos en la iglesia del Carmen eran agotadores:
se levantaban a las cuatro y media de la mañana, y, después de la oración de
comunidad, el confesionario retenía a los Padres hasta las diez de la mañana;
las vísperas de fiesta casi no salían del confesionario en todo el día.
Así, andaban las cosas en los preliminares
de La Gloriosa. La revolución de 1868 fue la responsable de truncar las expectativas
de todos los que habían hecho posible la nueva fundación. Después del 29 de
septiembre de 1868, se suspendieron los trabajos de rehabilitación del recinto conventual,
por decreto de la Junta Revolucionaria de Granada y de la de Alhama.
La comunidad, más efímera que lo fuera la
capuchina, dos centurias antes, fue abortada antes de alumbrar; el Padre Pérez
es bien claro en su éxplicit, cuando dice: La revolución dispersó a la joven
comunidad por la rosa de los vientos: los PP. Bivona y Palliola errumban a
Inglaterra; el Padre Jenger a Francia, su patria; el Padre Luis Azevedo a San
Nicolás del Puerto (Francia); el Padreo Pedro López a Unciti (Pamplona); el
superior, Padre Víctor Leoiódice se establece en Madrid, donde disfrazado unas
veces de cura secular y otras en traje de paisano, ejercita su ministerio
sacerdotal. Los HH. Álvaro y Antonio se disfrazan y así logran poner a salvo
ropas de iglesia y muebles de don José de Toledo; meses después se unen al
Padre Víctor, colaborando en sus trabajos apostólicos en Madrid. Luego el
Hermano Antonio Ortiz irá a Francia y de allí a Ecuador y Chile, hasta que
nuevamente regrese a su tierra para incorporarse a la comunidad redentorista en
San Juan de los Reyes (Granada).
Señala el cronista que los frutos de la
fundación en Alhama se materializaron en dos adolescentes, los hermanos Juan
María y Francisco Negro Morón, nacidos allí, en 1852 y 1853, respectivamente,
y que se desplazaron muy jóvenes hasta Madrid, para ingresar en la
congregación. Hicieron el noviciado en San Nicolás del Puerto, en Francia, y se
ordenaron sacerdotes. El mayor moriría pronto, en 1876, a causa de la
tuberculosis; el menor, Francisco Negro Morón (1853-1915) volvió a España, para
desarrollar su actividad apostólica, siendo el autor de tres volúmenes de
ejercicios espirituales para sacerdotes, seglares y niños, indispensables, por
mucho tiempo, para los directores espirituales. El Padre Lucas Pérez añade que
Conchita Barrecheguren estaba emparentada con estos hermanos redentoristas
alhameños, pues una hermana de la madre de ella era esposa de un hermano de los
citados redentoristas, de Nicolás. También
se señalan algunas otras vocaciones fruto de la efímera misión apostólica, en
aquellos núcleos de población donde había irradiado su acción pastoral. La
relación de los redentoristas con la ciudad, en adelante, no será más que
aquélla fruto de su labor misional. De las misiones de la Congregación queda
por testimonio en la iglesia parroquial una cruz de madera con la simbología de
la Orden, el corazón con la corona de espinas y las fechas de 23 de enero de
1941, 23 de abril de 1950 y 4 de octubre de 1959, fechas de posteriores
misiones.
Cruz de palo de una misión
redentorista, en la iglesia parroquial. Hospital Real que ocuparan las Mercedarias,
dedicado a la enseñanza y sanidad para los más pobres.