domingo, 29 de septiembre de 2013

El convento de la Purísima Concepción de Alhama de Granada (1612-2012). Conferencia pronunciada el día 26 de octubre de 2012 en la conmemoración del IV centenario de la fundación

El convento de la Purísima Concepción de Alhama de Granada
(1612-2012)





Conferencia pronunciada el día 
26 de octubre de 2012, 
conmemoración 
del
IV centenario de la 
fundación clarisa


Para más información sobre documentos y bibliografía citados en esta conferencia véase RAYA RETAMERO, S.: Historia eclesiástica de Alhama de Granada (Siglos XV-XX). Grupo de investigación HUM-594 de la Consejería de Educación de la Junta de Andalucía, Granada, 2000.




         Desde la conquista de Alhama hasta el siglo XIX se establecieron en la población, al menos, seis congregacio­nes religiosas, teniendo cada una distinto origen y evolución, inmersas en negocios muy parecidos a los del siglo: administración de bienes, rentas, censos, riquezas, pleitos, escándalos...; por un lado, pero por otro, fueron verdaderos espacios de oración y recogimiento. 
         De tal manera que podemos decir que el rango e importancia de una ciudad también se puede medir por el número de recintos o espacios conventuales que contiene. Al mismo tiempo, la estructura social quedó patentizada en la estructura conventual y en la dote con la que profesaban cada una de las religiosas; si bien la pobreza no fue nunca obstáculo para el ingreso en el convento; ya que siempre se hallaba un alma generosa que podía satisfacer el estipendio necesario. Asistimos en la Alhama de los siglos XVII y XVIII a una gran exaltación de la vida religiosa que se trasluce en la vida real en compromiso espiritual. 
         La erección de los conventos alhameños se produce en la misma Reconquista con el establecimiento de los franciscanos y se desarrolla en plena época barroca, caracterizada ésta por un gran impulso construc­tivo en la ciudad; se ubicaban donde la orografía y el espacio urbano lo permitieron. Fueron las Clarisas las únicas que fundaron intramuros, casi en su centro, en unas casas donadas junto a la iglesia parroquial, frente a la plaza pública, desde las cuales se podrían contemplar, seguramente, las fiestas y regocijos que el concejo organizara en aquel lugar, o los autos sacramentales. El resto de las fundaciones se suceden en el espacio inmediato al recinto urbano, extramuros: Carmelitas y Francisca­nos Alcantarinos. 
         El espíritu y el espacio religioso de Alhama en el momento de la fundación. Se plasma en dos realidades bien definidas: 
         Las devociones marianas. Proliferaron en esta época en Alhama numerosas devociones marianas y monumentos al Patrón San Francisco de Paula, desde el siglo XVI al XIX. Recopilado todo ello en el siglo XIX por el párroco Federico Antonio Sánchez de Gálvez. Para salvar tan bello libro hicimos una edición facsímil del libro de Recuerdos marianos, prologado por don Antonio Cañizares y cuyo original, a pesar de todos nuestros intentos, por recuperarlo para el archivo de la parroquia, finalmente desapareció.             
         Es el Barroco el momento del punto álgido en el florecen tantas tradiciones que con el transcurrir de los años fueron mezclando vivencias reales con el deseo y después se fundieron paulatinamente con la leyenda. Humilladeros en sus calles, imágenes y cruces en las puertas de entrada a las casas particulares, cruces conmemorativas en el campo. Erecciones todas que canaliza­ban el espíritu y fervor religioso de aquella sociedad Moderna, estamental, impregnada por un arraigado espíritu religioso. 
         Las festividades religiosas. En las que participó en gran concurso la población, pero fueron tuteladas por el concejo desde las primeras centurias de la Edad Moderna, en lo que a su expresión material y desarrollo solemne se refiere, sin duda, por el regocijo y relajación de ánimos que estas festividades, como las civiles, suponían para la población. Es por ello que el cabildo designaba también a los caballeros capitulares encargados de su organización, los comisarios, encargados de dar el mayor esplendor a los actos; unas veces nombrados días antes de la celebración, otras en los mismos cabildos de año nuevo, así lo hemos constatado a lo largo de los siglos XVI-XVII. Muchas de ellas tendrán su continuación en los siglos XVIII y XIX; otras serán de nuevo nacimiento...


Tras la conferencia en el convento


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