miércoles, 25 de octubre de 2017

El asalto de Alhama en la sillería del coro de la catedral de Toledo. Salvador Raya Retamero.

         Dos aspectos se han de desglosar en la impronta artística de Alhama. Por una parte, la secuenciación litográfica que desde el siglo XVI recoge diversas vistas o perspectivas de la ciudad. Por otra, y diríamos, más importante, la ininte­rrumpida secuencia artística que presenta Alhama, no ya sólo en el período de tiempo que nos ocupa (donde hallamos las huellas de los musulmanes, el estilo Mudéjar, el Gótico, Renacentista, Manierista y Barroco), sino la continuidad que podemos contemplar desde el Paleolítico Medio hasta nuestros días.
             Varias son las ilustraciones de Alhama en la Edad Moderna. Dos de ellas aluden a una vista panorámica de la ciudad en el siglo XVI; las demás corresponden al siglo XVIII.
          
Ya vimos cómo la fortaleza alhameña definió tanto a la población que fue el elemento principal del escudo de la población. Su carácter inexpugnable se acrecentó con las escalas, rememoradoras del asalto castellano de la plaza. Las escalas del escudo de Alhama se encuentran distribuidas en los flancos diestro, siniestro y en punta presenta tres escalas de asalto, que vendrían a significar o representar la táctica militar empleada para la toma de la plaza, el asalto median­te el cuerpo de escaladores, ini­ciado por Ortega de Prado, que fuera seguido por algunos más, hazaña ésta resalta­da sobre­manera por la Historio­grafía de todas las épocas, cantada por el Roman­cero hasta el Romanti­cismo e inmor­talizada en la sillería del coro de la catedral de Toledo, en el que el nudo de la composi­ción lo constituye el asalto aguerrido a la fortaleza. Allí se observa cómo al lado derecho de la puerta, un escalador asciende con hacha de asalto por una escalera, al mismo tiempo que es repelido por dos moros viejos, atacando uno de ellos con una piedra gruesa. Al lado izquierdo de la puerta, otra escala, en la que un soldado cristia­no –arriba– ha sido muerto por la lanza de un moro, y otro es atacado con alfanje, al mismo tiempo que se defiende con una adarga. En una tercera escala, los cristianos han conse­guido hacerse dueños del castillo, enarbolando uno una bandera y portan­do otro la Cruz.
             Este grabado, evidenció Carriazo, respon­día a una finalidad di­fusora de los aconte­cimientos de la guerra de Granada; pero en modo alguno se puede considerar distante de la realidad histórica; por el contrario, refleja unos hechos que, a falta del cine, ilustran perfectamente aquel episodio bélico. El asalto a la plaza mediante escaladores, así como los intentos de recuperarla con el mismo sistema deja fuera de dudas la historicidad de lo representado en el relieve; no menos que cualquier pintura conmemorativa en todas las épocas. Son numerosas y significativas las alusiones que los cronistas hacen a las escalas como elemento decisivo de asalto en la toma de Alhama y en los intentos de recuperarla. Así lo expresaba Pulgar: Con la rauia que los moros tenían por la pérdida de aquella çibdad, porque estaua casy en el medio de su reyno, a fin de la recobrar, llegauan al muro, e ponían las escalas por todas partes, e subían por ellas yndiscretamente. De manera que en estos comba­tes ni guardaban ora ni atendían pertrechos, a todas horas, e con qualesquier defensas, llegauan al muro, pensando que la grande muchedumbre dellos, lle­gando por muchas partes, confundirían a los cris­tianos e los vençerían. Se procuraba incesantemente el asalto de sus mura­llas. Así se intentó en al­guna ocasión cuando se escalaron sus muros por la parte más alta y de más difícil acceso: Puestas las escalas subieron los moros, a gran peli­gro, e fallaron una vela durmiendo, e matáronla. Otra fue a grandes voces a las otras partes donde combatían, diziendo como la çibdad por aquella parte era entrada de los moros. E antes que los cristianos socorriesen, ya estauan dentro de la cibdad fasta setenta moros bien armados, con los quales los cristianos comen­çaron a pelear por tres partes. E otros fueron al lugar por donde los moros subían por la escalas, a las defender la subida, e pelearon con ellos, e fiziéronlos retraer; e algunos desçen­dían por las escalas do avían subido, e a otros algunos façían saltar por las peñas abaxo. E defendieron los cristianos aquel lugar por donde los moros subían, de manera que no pudieron subir más. En esta línea, Bernáldez, al hablar de los cercos de Alhama, dice: mandóle dar combate por todas partes e llegaron los moros con las escalas hasta los muros e combatían muy bárbara­mente osando morir; en otro momento escribe: e túbola cercada cinco días, en los cuales la combatió muy fuertemente e fizo tirar con una gruesa lombarda tres tiros, e entraron los moros por una escala que de ante noche habían puesto en un lugar pequeño de unas peñas e buelta del adarve.

Véase La imagen de una ciudad en la Literatura y el Arte: Alhama. Del Romancero al Realismo. En el Grabado, el Dibujo, Pintura, Escultura y Fotografía. La imagen de una ciudad en la Literatura y el Arte: Alhama. Del Romancero al Realismo.
En el Grabado, el Dibujo, pintura, Escultura y FotografíaSegunda edición aumentada. pp. 291 ss.

http://historiareinodegranadaalhama.blogspot.com.es/2015/06/la-imagen-de-una-ciudad-en-la.html