La Puerta de la Mina. Fue la puerta utilizada para
la comunicación con las alquerías y la costa, según la documentación capitular.
Su localización topográfica no reviste mayor dificultad, ya que conocemos con
exactitud dónde se localiza la mina, el camino subterráneo
(incomprensiblemente abandonado de las Administraciones de todas las épocas, de
la dictadura y de la democracia, que amenaza inmediato desplome), que comunicó con
el río y el puente que existió allí, del mismo nombre: de la Mina, destruido por las avenidas a comienzos del siglo XIX,
no reedificándose más, sustituido por el de nueva construcción, en la fecha, apenas
un centenar de metros aguas arriba, junto a los molinos; la puerta se
superponía a este camino subterráneo
o mina; menos transitada que las dos
principales, tal vez, por la dificultad manifiesta para el paso de caballerías,
complicado por su angostura y la empinada subida a salvar; se abría al camino de Arenas y a los partidos del Carneril y comunicó con las
alquerías y la costa granadina; como se dijo, este camino se encuentra excavado
parcialmente en la roca, desde el puente de
la Mina, sostenido por muros de
medievales y groseros sillares, que perduran, como testigos silentes de los
tiempos desaparecidos.
La
mina. Gómez-Moreno la describió en el siglo XIX: Está formada de piedra pequeña a medio
labrar, o devastada simplemente. La entrada se encuentra hoy como a diez o doce
varas del lecho del río y la ocultan dos peñones y asciende como a diez varas
hasta su salida interrumpida actualmente esta subida subterránea y la cual
forma algunas de sus paredes. La entrada tiene a su derecha un pilar de piedra
labrada, como de cinco varas de altura, y a la izquierda de la roca forma un
arco ojival de entrada, compuesto de dos segmentos de círculo que se cortan.
Los arcos donde arrancan los diversos tramos de la bóveda son semicirculares,
quizás para darle más solidez por la mala disposición del irregular material
con que están codificados. Este camino cubierto parece que había de subir hasta
los silos (…) Los muros antiguos de
sostenimiento de este camino se conservan en algunos pasajes habiéndose
destruido en otro sitio por el desprendimiento de grandes moles de piedra.
También están algunos trozos de este camino interrumpidos por la misma causa
estando todavía empedrados los restos que quedan. Las paredes están a un lado.
Su finalidad no fue otra que la de un acceso protegido para su utilización, en
caso de sitio, como ocurrió en la Reconquista y, con seguridad, en los momentos
de las rebeliones muladíes, con ocasión del puesto por el emir de Córdoba a Omar Ibn Hasún, como se vio, o el de
Fernando III. La tradición popular sublimatoria, alcanza aquí su apoteosis, influida
por el romanticismo decimonónico, pues hace llegar esta mina, ni más ni menos que, a la alcazaba, como ya recogía Pascual
Madoz. Por Gómez-Moreno González conocemos, aproximadamente, la longitud de la
misma: diez varas hasta su salida, unos nueve ms; longitud suficiente
para comunicar el río y con el interior de la muralla, su principal cometido.
Su salida, extramuros, se localiza bajo la Puerta
que la remataba; persiste intramuros la callejuela del mismo nombre,
típicamente medieval. Esta nomenclatura se registra en algunos documentos del
siglo XVI, actas capitulares y protocolos.