sábado, 30 de septiembre de 2017

España, Cataluña, Albert Boadella y la casta política. Salvador Raya Retamero


Tiene toda la razón Boadella, pero la casta política lo impidió, incrementó al máximo y blindó el problema.
Ahora la bestia está alimentada y fortalecida. Y la única solución que nuestros iiluminados políticos contemplan no es otra que la de que el Estado se vuelva a plegar a sus exigencias. Que el Estado cambie su estructura territorial para que una minoría avara se sienta cómoda. No se enteran que esto es "pan para hoy y hambre para mañana". Que eso es más de lo mismo. El federalismo sería una solución si fuese una necesidad de todos, pero no una imposición de ellos. Si España hubiiese tenido unos políticos competentes, si España no hubiera sido nunca un ente "discutido y discutible" como "una unidad de destino en lo universal": conceptos aplicables a cualquier cosa en la vida, lógicamente (y eso ni conduce a nada ni aporta nada) y sí se hubiese aplicado lo de "discutido y discutible" a Catalluña, por ejemplo "otro gallo nos cantara". Precisamente, la solución no viene por ahí sino por recuperar o reconducir competencias perdidas, que el Estado intervenga en la Educación y que el Estado cree otros intereses distintos y menos afectos, parafraseando al novel Benavente, con aquello de "Crea intereses y no afectos", pues no sirve de nada, como se demuestra. Pero la casta politica es así. No ve más que sus intereses personales, el sillón... Y por eso se ha consentido durante cuarenta años de democracia que Cataluña expanda mentira y corrupción ("A río revuelto, ganacias de pescadores"); se ha permitido el desprecio a todos los españoles, al Estado, a la bandera que nos representa a todos... Y no sólo se ha permitido y no ha pasado nada sino que les ha salido muy rentable.

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Como digo, la culpa es de la casta política incapaz de haber diseñado una politica interior de Estado; como si eso sólo fuese responsabilidad del Gobierno de turno. Si nuestros políticos fuesen responsables y con coraje, se aprovecharían estas circunstancias para fortalecer al Estado y frenar definitivamente esta línea irreversible; pero tenemos lo que tenemos. Por eso los ingleses son ingleses y los españoles, españoles.
Los partidos nacionales emergentes no se enteran que quienes los votaron no los votaron para el apoyo a independentistas y comprensión a terroristas que repartieron dolor por España; subieron como la espuma como una esperanza para luchar contra la situación de injusticia social reinante... pero no tardaron pronto en endiosarse e inocular un veneno que los españoles no quieren: bajarán como la espuma. No hay duda. Se diversificaron en otras líneas para las que no fueron llamados. Por esto, es necesario un llamamiento a los partidos políticos tradicionales, los que construyeron nuestra sociedad con sus defectos y sus virtudes, pero a los que la construuyeron, no a los que no sólo no construyeron sino que vienen a destruir. Por favor, oigan al pueblo, a 45 millones de españoles y no a los intereses de una casta minoritaria, beneficiaria de la riqueza de todos y la consideran su patrimonio. Por favor, diseñen una politca de Estado también interior. Una Política interior seria y no el "mamoneo" existente.