Mariana
Ramírez-Tello y Martínez de Carvajal y Toledo. Alhama de Granada.
Perteneciente a
las nobles familias granadinas de sus apellidos, casaría con el alhameño José
Toledo y Muñoz -maestrante de la de Granada, desde el 24 de marzo de 1858-,
hermano de Juan Toledo y Muñoz -caballero de la misma, desde el 13 de enero de
1845[1]-, hijos ambos de Juan Toledo y del Corral. Fue aficionada
al pincel, como demuestra la obra que presentamos, un óleo sobre lienzo que representa
a San José y el Niño, firmado por
ésta, en 1865, como Mariana Tello de Toledo.
Se conservó en la casa que habitaron los Toledo en la calle Llana. Desconocemos otras obras de la misma
como cualquier dato biográfico de una mujer, alhameña de adopción, que intentó
excederse al papel asignado a su sexo en su época. El lienzo, una composición
religiosa, de tonos cromáticos cálidos, presenta como escena central a San José
conduciendo al Niño Jesús, que toma con su diestra, a las afueras de Nazaret,
portando en la izquierda una rama florida de almendro o azucenas -símbolo de
pureza y castidad-, atributo característico del padre de Jesús; junto a la
paloma del Espíritu Santo, sobre las flores de la vara. Se timbra la
composición con un cielo abierto de nubes obscuras, preñadas de agua, en el que
se suspende la Paloma, flanqueada de cinco angelillos a cada lado[2].
El cuadro, se fecha en 1865, años en los
que Gómez-Moreno Martínez realizaba, en sus visitas Alhama, sus propios
dibujos, acusa en los rostros de las figuras la huella de las bayonetas como
testimonio de la barbarie iconoclasta de la cruenta represión marxista de los
Gobiernos revolucionarios de la Segunda República, testimonio parlante de tales
acciones.
[1] Valverde Fraikin,
J. et alii: Catálogo general de
caballeros y damas..., p. 597.
[2] El atributo de la
vara tiene su origen en los Evangelios
Apócrifos, en los que se cuenta cómo fueron convocados al templo un varón
por cada una de las tribus de Israel, para la elección de esposo para María.
Cada uno portaría una vara, que depositaban ante el altar. Fue la vara más
pequeña la de José, la elegida por un ángel, la que floreció y de la que nació
la paloma del Espíritu Santo, como señal del varón elegido para el desposorio
con María. De esta manera, se cumplía la profecía de Isaías: Y saldrá una rama de la raíz de Jesse, y una
flor saldrá de su raíz (Is. 11,1).