lunes, 26 de marzo de 2018

Puente de Cenascuras o Cerrascura (1844). Salvador Raya Retamero


Puente de Cerrascuras (1844). Ubicado en el barranco de su nombre, sobre la Huerta Cañón; su ejecución fue aprobada por la Diputación el 17 de junio de 1840, e incluido en el presupuesto municipal, ante el perjuicio gravísimo que padecía el vecindario, en el invierno y en épocas de lluvia, en que el paso del barranco se ponía intransitable, motivos por los que se dio vía libre a la construcción del proyectado puente, ejecutándolo en el sitio más apropiado del Barranco de Cerrascuras, el que la experiencia haya acreditado más sólido, se decía, y se autorizó al perito para que lo comunicara a los propietarios perjudicados por su construcción, para que concedan el debido permiso sin perjuicio de indemnizarles. Meses después, volvemos a tener noticas por el expediente formado sobre la construcción del puente, cuando, tras un detenido examen, el Ayuntamiento, por unanimidad, acordó la primera propuesta de la Comisión de Ornato Público: que el camino se facilite por el espolón del tajo que se halla en la parte superior de la Huerta llamada de Cañón, procediéndose desde luego a indemnizar a los terratenientes (…), fijándose en dictamen sobre la conveniencia de que se levante el proyectado puente o se verifique una calzada hermanándola con la que está próxima.


domingo, 25 de marzo de 2018

El descendimiento de la cruz de la conventual del Carmen de Alhama. Salvador Raya Retamero.


Este descendimiento de la Cruz, localizado en la iglesia conventual del Carmen de Alhama de Granada constituye un conmovedor óleo sobre lienzo de imprecisa datación. Se trata de un tema propio de la iconografía del siglo XV, que manifiesta la humanidad de la muerte de Cristo y la caridad cristiana, con la representación de María, Nicodemo y José de Arimatéa. Como los de su clase muestra una explosión de emociones contendidas, en el momento preciso en que el cuerpo sin vida de Cristo es bajado amorasa y desgarradamente de la cruz por Jose de Arimathaea y Nicodemo, ante la presencia de Maria, que parece desvanecerse a causa del dolor inmenso que siente y ante la presencia de San Juan Bautista. 
El cuadro se ambienta en el exterior tenebroso del monte Calvario, en el que el artista no se detiene en detalles sino que ha concetrado toda su atención en las figuras que ocupan todo el espacio pictórico de manera apretada, técnica que obliga al espectador a fijar su atención en la escena central, como observador directo la tragedia, transportándolo inmerso en un profnda intimmidad y piedad espiritual.
El Cristo yacente es el foco central. Las figuras se entrelazan intimamente por el dolor que las une, mediante contorsionadas posturas.